Las puertas del laboratorio de alquimia de Ashantor se abrían de par en
par, el gran mago atravesaba presuroso el pasillo de los sótanos del tempo de
la Sagrada Orden de Moor
Ashantor era un gran mago, gran conocedor de las
mancias y la hechicería, pero ello no estaba reñido en absoluto con la ciencia,
al contrario, Ashantor era un erudito de las artes de la naturaleza y de la
alquimia.
Su laboratorio, nutrido con los más modernos avances en los campos de la
medicina y el conocimiento empírico, había sido sufragado por el mismísimo Rey
Ragnar … “No repares en gastos” le dijo el Monarca Dragón… Ragnar sabía que la
magia y las religiones no debían dar la espalda a los avances del conocimiento.
Entre los incontables instrumentos y cachivaches, Ashantor pesaba
cuidadosamente los elementos que iba a mezclar … algunos de ellos eran
peligrosos, otros muy reactivos … un error en la proporciones podía arruinar el
experimento … o peor aún ser letal.
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